Es muy importante que los niños se acostumbren a ir al dentista desde pequeños. A partir de los dos años ya pueden acudir a la clínica, aunque sea sólo acompañando a los padres, pero de esa forma pueden ir viendo que se trata de un lugar seguro, de un sitio al que no pasa nada malo por acudir. A partir de los tres años ya comienzan sus primeras revisiones, porque incluso los dientes de leche pueden picarse, así que conviene estar encima de ellos. Al principio como un juego, no sólo para que se acostumbre a que es importante para su salud sino para que conecte con el dentista y no le tenga miedo.
El problema es cuando acuden más mayores y lo hacen por un dolor. Entonces se produce un rechazo, les da miedo, y les cuesta sentarse en un lugar desconocido como es una clínica dental, con mucha gente con bata blanca que le imponen un respeto y una distancia.
Especialista en implantología y técnica All-on-4. Amplia experiencia en la realización de implantes dentales y otros tratamientos dentales.